Tom Cramer comenzó a construir el Cramer Comet Roadster en su taller mecánico, gracias a la experiencia adquirida como mecánico en la Segunda Guerra Mundial. La idea surgió cuando Cramer adquirió por sólo 2.200$ un motor Allison V12 de 28 litros de cilindrada, el mismo motor que se podía encontrar en las entrañas del famoso caza P-51 Mustang. Esta bestia mecánica es capaz de desarrollar una potencia máxima de 1.350 CV a 3.500 rpm, con un par máximo de… 2.030 Nm. Guarismos que dejan llorando al Bugatti Veyron y también al desgraciado que tenga que darle de beber.
Uno de los mayores retos a la hora de construir el Cramer Comet fue el de pasar la potencia al suelo sin dejar el coche en el intento. Para ello Cramer acopló un embrague de camión a su caja de cambios de cuatro relaciones, así como un diferencial pesado, también de un camión GMC. En cuanto al cuerpo, su estética hot-rod es una mezcla de piezas de diferentes fabricantes estadounidenses: Oldsmobile, Buick, Studebaker y Lincoln. Su carrocería va aderezada con una pizca de inventiva, como un capó homenaje al 1951 Buick LeSabre Concept.
El proceso de arranque del motor es el de un avión, hay que activar cada componente por separado, desde la regulación de la mezcla al encendido de las bombas de combustible. Tras el estruendo, el V12 de casi 30 litros late, preparado para devorar la carretera. Montando en posición inversa a la marcha, es capaz de propulsar el Cramer Comet – cuyo peso es de 2,5 toneladas – hasta una velocidad máxima de unos 260 km/h. Una máquina impresionante que ha pasado por las más importantes revistas del mundo hot-rod en EE.UU.
La familia Cramer lo tuvo en su poder hasta 1980, luego fue vendido a diversos coleccionistas y cambió de manos hace apenas unos días.
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