Un coche del que en estos días se ha repetido como un mantra que es uno de los tres Rolls – Royce Phantom IV que pertenecen a Patrimonio Nacional, que los encargó el dictador Franco y que dos de ellos son blindados y uno descapotable. Pero ¿Qué tiene de especial? ¿Por qué tanta expectación en torno a él? El Phantom IV es el último gran “carruaje real” construído, un elitista modelo que sólo se vendió a jefes de estado y cuya exclusividad se ilustra con un dato: se vendieron sólo 17 unidades entre 1950 y 1956. De los 16 que sobreviven 4 de ellos están en España, pero no todos son propiedad del rey ni los encargó Franco. El cuarto “Fantasma” real es uno de los que perteneció al Emir de Kuwait Abdullah III, y no se esconde en los garajes reales sino que forma parte de la Colección Miguel de la Vía – Torre Loizaga en un castillo cerca de Bilbao. Esta es una historia distinta sobre un carruaje real aún más exótico que el que hoy se paseará por Madrid.
En 1950 la entonces futura Isabel II, encargó a Rolls – Royce un coche especial para sus desplazamientos públicos, una máquina distinguida y a la altura de la exigencia de quien iba a ser Reina de Inglaterra. Partiendo de un chasis de Wraith, el primer modelo de la firma tras la Segunda Guerra Mundial, se incrementó la batalla hasta 3’70 metros y se instaló un nuevo motor. En lugar del 6 cilindros 4’2 litros del Wraith el motor fue un 8 cilindros en línea 5’6 litros de origen militar que nunca se empleó en otro modelo de la marca, y cuya elasticidad permitía circular a paso de persona en cabalgatas ceremoniales, y sin embargo lanzar al coche bien por encima de las 100 millas por hora. El nuevo modelo, enorme y refinado, se llamó, en homenaje a los grandes Rolls de entreguerras, Phantom IV. En 1954, un año después de su coronación,Isabel II usó el coche en la ceremonia de apertura anual del Parlamento, convirtiéndose a partir de ese momento en el coche oficial de la reina, y sustituyendo a los Daimler que habían tenido ese honor desde principios de siglo. La marca decidió fabricar una corta serie exclusivamente para jefes de estado y miembros de la realeza.Había nacido un icono.
De los 17 Phantom IV que se vendieron, cinco fueron para la familia real Británica, dos fueron adquiridos por Reza Pahlevi, Shah de Persia; el rey Faisal y el prícipe regente Abdullah de Iraq compraron uno cada uno, así como el príncipe de Arabia Talal y el Aga Khan; el Emir de Kuwait compró tres unidades, y el dictador Francisco Francocompró otros tres. Este “carruaje real” ha sido desde entonces un coche lleno de historia, símbolo de poder (o de opresión) y también pieza cotizada por coleccionistas. Los 16 que se conservan (el Shah de Persia desmanteló uno de los suyos) han tenido diferentes destinos dispersándose por el mundo y no siempre son fáciles de ver. Dos permanecen al servicio de Isabel II de Inglaterra, otros se encuentran en museos, el Museo Nethercutt en California (2) o el Museo Nacional del Automóvil de Iran (1), y otros han ido a parar a coleccionistas, como el del Aga Khan, actualmente propiedad de Ion Tiriac, dueño del Open de Tenis de Madrid. Pero a pesar de esa gran dispersión, cuatro de los ultra-exclusivos Phantom IV se encuentran en España: los tres que encargó Franco y conserva Patrimonio Nacional, uno de los cuales será protagonista de la coronación de hoy, y un cuarto que fue propiedad del Emir de Kuwait. Este último forma parte de la Colección Miguel de la Vía – Torre Loizaga, sobre la que escribíamos hace unas semanas. Hoy nos acercamos hasta él para conocer mejor los detalles de un coche real… que no es del Rey.
El Phantom IV de Torre Loizaga es especial por ser uno de los que monta una versión potenciada del motor militar 8 en línea. En este caso la cilindrada ascendía hasta 6500 cc y la potencia hasta unos nada desdeñables 197 cv (frente a los 165 del motor de 5650 cc). El Emir de Kuwait pidió también que se montasen neumáticos resistentes a la arena, algo muy apropiado dado el entorno en el que circularía. Sin embargo no recorrió demasiados kilómetros por el desierto. Abdullah IIIrevocó el protectorado británico en 1961 y quizá como símbolo de ello se deshizo de su Phantom IV dorado, que fue vendido y viajó hasta Estados Unidos donde lo compróHarry Resnick, propietario de Channel Master, un canal de televisión de éxito en la época. El coche pasó décadas en el país cambiando de manos hasta que en 1999 Miguel de la Vía lo adquirió para completar su colección de Rolls – Royce con la joya más preciada: una de las únicas 16 en el mundo.
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