Aunque en este continente todos conozcamos a McLaren por sus éxitos en la Fórmula 1, el verdadero arranque fulgurante de la escudería de Bruce McLaren se produciría en Norteamérica, en la Can-Am. Su dominio por aquella época animó al bueno de Bruce a aventurarse en una empresa harto complicada, las 24 Horas de Le Mans. Por aquella época, en que los Ford GT40 campaban a sus anchas por La Sarthe,McLaren decidió adaptar los Grupo 7 de la Can-Am para recibir la homologación de los Grupo 4 de Le Mans. Este movimiento exigía, según la normativa de la FIA, la producción de 50 unidades.
Bruce McLaren ya tenía la excusa perfecta para asombrar al mundo conel que debería ser el deportivo más tecnológico, rápido y con mayor aceleración de la faz de la Tierra. El McLaren M6GT comenzó a desarrollarse y su primer prototipo (matriculado como OBH 500H) sorprendía por su construcción ligera, su diseño aerodinámico y su escasa altura y el sonido ensordecedor de su motor de ocho cilindros de origen Chevrolet. Dicen que Bruce pensó también en el motor de siete litros de Ford, aunque no sabemos como hubiera encajado tal cosa en el desarrollo de los americanos del Ford GT40.
El McLaren M6GT había conseguido superar los 265 km/h y hacer el 0 a 100 mph (160 km/h) en menos de ocho segundos. Por aquella época el Lamborghini Miura y el Ferrari 365 GTB/4 Daytona ya habían conseguido alcanzar los 275 km/h y los 280 km/h, respectivamente.
Entre otras extravagancias, el McLaren M6GT contaba con unos faros escamoteables que requerían que el piloto se bajase del coche y tirase del faro manualmente para desplegarse.
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